Imaginando la vida

Mira a ver si cuadra en tu interior la idea de que ser capaz de acompasar tu mente con tu cuerpo en aquello que haces a cada instante traería a tu vida, cuando menos, la seguridad de estar viviendo … y, no, perdiendo la vida en el proceso. Mira entonces a ver si cuadra en tu interior que vivir te llenaría de una armonía, de una paz y de una dicha que no te la daría imaginar la vida en vez de vivirla.

Y entonces, si esto cuadra en tu interior, tal vez sea necesario tratar de entender por qué nos cuesta tanto mantener ese compás mente/cuerpo, es decir, por qué nos resulta tan fácil imaginar y tan difícil vivir.

Nos caracterizamos como humanos por tener una mente prodigiosa que nos permite integrar todo lo vivido. Y es de lo vivido no solo como individuos sino también como especie, que interpretamos para el futuro aquello que nos permitirá desenvolvernos en un ambiente cuando se convierta en hostil. Garantía a priori de una más fácil supervivencia, pero que se convierte a la postre en una de las más feroces cárceles en que puede apresarse al Ser (con mayúsculas) humano.

Porque para poder desempeñar esa maravillosa función, la mente imagina la vida y crea al personaje que la vive y la querencia de nuestra atención a perseguir aquello cuya actividad es más frenética nos lleva a desatender al cuerpo y a atarse a lo pensado. Y así surge la identificación con un personaje al que pasamos la vida haciendo pruebas de concepto irreales y que pocas veces se cumplen y que, cuando lo hacen, nunca son en las condiciones imaginadas.

Y si esto te ha pasado, te habrás dado cuenta que es justo en los momentos en que sentimos que la realidad se tuerce cuando más trabajo nos cuesta enfocar la mente en el cuerpo … mientras que sí parece que somos capaces de hacerlo cuando todo alrededor está calmo en el universo de nuestras emociones… Cuando sentimos que la realidad se tuerce es cuando nuestra naturaleza humana más se esfuerza en imaginar las situaciones y los comportamientos del personaje que aseguren su éxito en la contienda… pero es justo entonces, cuando la tormenta arrecia, que necesitamos una atención adiestrada en reposar en el momento.

Trabajar la atención al presente es algo que debemos practicar a cada instante cuando sentimos la sonrisa de la vida… para que luego, en los momentos difíciles, la inercia nos lleve a continuar… hasta que llegue el día, dicen, que desaparecerán los momentos difíciles y tendremos solo experiencias que vivir.

Y es que primero me doy cuenta, y entonces me hago cargo.

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Cuando la mente se calma y el corazón palpita

creartuvida

Cuando la mente se calma y el corazón palpita entiendo  la vida y se que no se imagina porque quien imagina es la mente, la vida se vive, se respira, se llora, se ama.  

La vida se vive, no se imagina.

Cuando la mente se calma y el corazón palpita entiendo que si ayer lloré fue porque me revelaba y al hacerlo perdía dos veces sin entender que la vida se vive y no se imagina.

Cuando la mente se calma y el corazón palpita entiendo que en el miedo de ayer, agazapado, el no reconocimiento propio imponía sus reglas haciéndome sentir la incertidumbre de quien imagina que es pero no es, sin entender que solo el ser que soy puede vivir la vida y no la imagina.

Cuando la mente se calma y el corazón palpita es cuando entiendo que en el enfado aparece la frustración de una mente a la que la vida muestra lo que es y no lo que ella imagina y es que la vida se vive y no se imagina.

Cuando la mente se calma y el corazón palpita disfruto lo que hay sin preguntarme cuanto estará procurando mantener la mano abierta por si quisiera volar y es que mientras este posado lo vivo porque la vida se vive y no se imagina.

Cuando la mente se calma y el corazón palpita entiendo que no importan las canas si el camino por recorrer me ilusiona como lo hace porque mientras esté viva la vida se vive y no se imagina.

Cuando la mente se calma y el corazón palpita, lo vivido no se añora, se agradece y se sonríe por las bendiciones recibidas manteniendo abiertos los brazos para que la vida siga bendiciendo con momentos únicos y es que la vida se vive, no se imagina.

Cuando la mente se calma y el corazón palpita vivir, en fin, se convierte en un regalo pues estoy presente y en esa presencia experimentando para aprender, abandono la espera por la vivencia, a veces del silencio, a veces del dolor, pero siempre a la escucha de un corazón que emana lo único que de él puede brotar, el amor como energía de vida

…. y es que la vida se vive , no se imagina.  Por eso es que hoy, me siento tan agradecida.

Dejo de verme para verte

buda

Hoy leia a un viejo maestro  escribir que en el idioma mapuche «amor» se dice «aywon»: Dejo de verme, para verte.

 Hace algún tiempo decidí, decidí dejar de verme para verte, decidí quitar de mis ojos las lentes de la ignorancia, ésa que me impedía conocer la realidad como es, que me impedía verte como tú,  que me impedía por tanto amarte…   porque hasta ese momento era a mí a quien veía cuando te miraba y el mundo una mera proyección de  los miedos que me limitaban, de todas las carencias que creía tener, de los sufrimientos que albergaba y de los deseos que me esclavizaban…. Y tú, sólo la imagen reflejada de lo que albergaba mi interior, lo que no me agradaba de ti era porque no me agradaba en mi, lo que me gustaba en ti era porque en mi también me gustaba… ¡qué perfecta ley del espejo!

 ¿Cómo iba a amarte entonces si no te estaba viendo?

Hace algún tiempo decidí, y decidí quitar de mis ojos las lentes, tomar mi interior, mirarlo, mirarlo y seguir mirándolo hasta que todo el bullicio pasó, esperando paciente, día tras día mientras el ruido callaba y las aguas, reflejo de tanta emoción desbordada comenzaron a reposar… y entonces sólo entonces, en el reflejo de ese mar inmenso ya no se proyectaban imágenes externas creadas por la mente compañera sino que comenzaba a proyectarse la luz mas bella jamás creada, la luz de mi ser.

Y entonces te miré, y entonces te ví a ti en lugar de a mí, y entonces es que te amé. 

Transitando el camino

el faro

Transito el camino sin plantearme ya  qué debe haber en él. Quimeras de una mente que tanto me ha hecho sufrir! Bienvenido lo que viene, bienvenido lo que me enseña y lo que de mi se lleva. Bienvenido lo que me deja. Aprendizajes sagrados que me llenan de Dios en cada inspiración y  manifiestan la vida en cada espiración.

Transito el camino con rumbo fijo en el horizonte… la luz de mi alma como faro y en la memoria un futuro que viene preñando cada instante de presente.  Discípula eterna de un Universo que en cada piedra me enseña a confiar en mí y a saber que ese futuro que existe y ya pasó me requiere confiada, alegre, sintiente, combativa y decidida.

Transito el camino llenando el corazón a cada paso, vaciando el espacio de la mente mientras comulgo con la vida. Comulgo con la vida incorporando a mi consciencia el alma de las cosas, creciendo de ese modo cada día. Creciendo en amor. 

Transito el camino, llena de amor y vacia de existencia y como alguien me dijo en una ocasión, vacia está mi casa con las puertas abiertas, pero  con la luz encendida en su interior.

Transito el camino y doy las gracias por ello cada día!

 

…comprendiendo un poco mas!

rompiendo-barreras

Todo aglutinado intensamente… experiencias profundas que se quedan donde deben, en el haber, convirtiendo la existencia en un disfrute donde cada segundo manifiesta el universo, sin saber si quiera lo que eso va a deparar, pero en donde la atención cuando la mente no juega te hace sentir la vida que discurre a través de tí.

Igual que pasa con las enseñanzas, que tienen distintos grados de profundidad dependiendo del momento personal cuando te llegan, con la vida pasa igual (… y qué es la vida sino una enseñanza…) , pues dependiendo del nivel de consciencia que tengas en un momento determinado pasarás por una experiencia concreta obteniendo un resultado u otro, creciendo de una manera o de otra… o no creciendo en absoluto. Por eso es que lo que hoy es verdad para mí tal vez mañana deje de serlo.

Y es en este sentido en el que he descubierto que cuando te enfrentas a tus miedos  independientemente del resultado final,  encuentras que hay algo en ti que no cambia, ni se destruye ni se siente si quiera amenazado. Tenemos miedo porque de alguna manera sentimos que «algo» (ya sea físico o emocional) nos va a llevar al borde de la desaparición. Sin embargo cuando te enfrentas a los miedos emocionales descubres que por mucho que te zarandeen, hay algo que permanece inmutable, algo en tu interior que no se ve zarandeado. Esto trae a la vida una enorme sensación de alivio y tranquilidad, lo primero porque por mucho que emocionalmente duela, en realidad, ya no es «a ti» a quien le duele, sino a una mas de las creaciones de la mente, de las fracciones del ego y lo segundo, porque  como mucho, sería ese «yo» inventado el que desaparecería.

Pero no ha sido eso lo único. Hay mas. Con demasiada frecuencia damos  entidad y veracidad a realidades tan subjetivas que sólo existen dentro de nuestra mente. Imaginamos e inventamos reacciones y relaciones con personas como si fueran un absoluto sin darnos cuenta que son creaciones que hacemos  para satisfacer y tratar de alimentar a egos que se sienten incompletos. Qué mal entendemos la existencia cuando nos obcecamos ahí… !

Y en medio de esa vorágine, conversaciones que mantenidas en un momento mágico despiertan en tu interior certezas poniendo palabras a verdades al fin digeridas.  Y es que como decíamos ayer charlando con una maestra y amiga, si realmente nos diéramos cuenta de que somos como gotas del océano… viviríamos sabiendo que qué mas da lo que a la gota le pase si representa una nimiedad en comparación con la inmensidad del océano… y al mismo tiempo, la gota es el océano, existe con toda su esencia, nada que tenga el océano no está contenido en la gota! Entender y sentir eso cambia la forma de afrontar todo lo demás!

Cómo no sonreír entonces! Cómo no amar si, como tú, tengo en mi la esencia de TODO

Lo que de verdad necesitamos vivir.

camino

Ocurrió hace muy poquito. Ocurrió al tomar consciencia de un hecho que zarandeó mi estabilidad haciéndome sentir cómo cientos de puñales se clavaban en mi corazón. Fue tan grande el dolor que renegué del camino recorrido, renegué de todo lo vivido y de todo lo sentido.

Entonces opté por sentarme conmigo y al permitirme observar comenzó a mostrarse ante mí una certeza inmensa que fue tornando lágrimas en sonrisas de esperanza y que fue haciendo brotar de nuevo el agradecimiento en mi corazón. Y aunque el dolor persista, ya no hay sufrimiento.

Y es que hay veces que lo que tú esperas de la vida y lo que la vida te trae son diferentes. Lo que  tú esperas siempre se basa en anhelos de futuro, en proyecciones de tu mente imaginando aquello que necesitas y creando en ti un deseo de lo que supuestamente has de tener/vivir/experimentar para alcanzar la felicidad.

Sin embargo, la vida no funciona así. El universo va poniendo delante tuyo aquello que necesitas vivir, bien para aprender las lecciones que has venido a aprender o para experimentar las consecuencias de las acciones que has tomado. No como si fuera un premio o un castigo, sino mas bien siguiendo esa ley universal de la causalidad que dice que a toda acción le sigue siempre una reacción.

Cada vez que sientas que se produce un escozor en tu interior ante determinados acontecimientos que la vida te trae, no te permitas sumirte en ese pozo oscuro de dolor o tristeza. No te lo permitas, al menos sin antes tratar de entender qué es lo que la vida te está intentando mostrar y qué es lo que tu sientes que quieres experimentar. Y sí, como digo «…. no te permitas sumirte», porque sí, somos nosotros los que lo permitimos o no. Tenemos por supuesto el control sobre lo que sentimos. Cuantas veces he oído eso de …. !ay hija, es que no puedo evitarlo! Falso. Argucia de nuestra mente para desproveernos del control sobre nosotros mismos… Sí, claro que podemos evitarlo, otra cosa es que cueste hacerlo. Pero está en nosotros y es nuestra elección.

Porque es cierto que nadie elije voluntariamente aquello que le va a hacer sufrir. Pero este sufrimiento es la consecuencia que tiene sobre nuestro sistema emocional el empeño en ir contra lo que la vida nos va trayendo. No elegimos sufrir, es cierto, pero elegimos ir contra corriente…. y al tomar esa decisión que nos aleja de la armonía experimentamos las consecuencias que nos hacen sufrir.

Este es uno de los trabajos interiores que cada uno debe hacer consigo mismo que seguramente mas costoso y doloroso sea, al menos lo es para mi. Porque a veces incluso supone tener que renunciar al propio camino interior … para recorrer el verdadero camino interior. Renunciar al camino interior que nuestra mente ha diseñado como necesario….,  para recorrer el camino interior que nuestro ser necesita para ir acercándonos a él. 

Para poder emprender ese camino necesitas soltar, soltarlo todo, creencias, sentimientos, ideas y ponerte realmente en manos del Universo, de Dios, del Do, de la Fuente, de aquello en lo que creas lo llames como lo llames, sabiendo que ante tí aparecerá aquello que te hará crecer de verdad. Y así será que comenzarás a sentir armonía entre lo que tu corazón siente y lo tú mente piensa.

Así, cada vez que sientas en las entrañas el enfrentamiento entre lo que crees que debería ser y lo que es, cada vez que sientas que la vida está siendo «injusta contigo» y te empeñes una y otra vez en vivir aquello que el destino parece negarte …. para y analiza. Suelta y confía en que lo que la vida te va a traer es lo que realmente tu Ser necesita, aquello que en algún momento pactaste contigo mismo para experimentar

El instante que es

la eternidad en un instante

Aprendiendo cada día, aprehendiendo a vivir en cada esquina, que si no aprendo muero en cada hoy. Y así, aprendiendo cómo en cada paso caminado se volcaron los anhelos que llenaron un momento y que alimentaron un presente, culminando de regalos una existencia que amó hasta doler y que ahora se convierte en lecciones que aprender para desanclar lo que ya fue y dar paso a lo que nace. Curiosa lección de vida que enseña que nada puede nacer si no hay hueco, y no hay hueco si no vaciamos y aireamos el espacio.

Y eso que nace, que llega preñado de posibilidades, momentos eternos por plasmar en una realidad incierta y  llena de esperanzas en donde la sonrisa incipiente cura al corazón herido si éste aun no ha aprendido lo efímero del momento donde la  eternidad se manifiesta porque la eternidad es el instante en el que vives en tu  corazón, porque ahí todo cabe y todo es.

 

El camino que recorremos


zapatos

Cuando algo zarandea tu día y te hace empezar a recorrer un camino interior lo haces buscando encontrar lo que eres. Con suerte en el camino aprendes que lo que en verdad eres está oculto por lo que crees ser, debajo de lo que manifiestas a través de todos los yoes que conforman tu  “personalidad”.

       Suele ocurrir que para recorrer ese camino que nos va a llevar a descubrir nuestra esencia y manifestar nuestro Ser, calzamos lo único que tenemos a mano, esos zapatos que utilizamos día tras día, sucios de nuestras miserias, deformados por el andar, adaptados a lo que nos trae la vida, moldeados para adaptarnos a lo de fuera. Y aquí surge un problema. El calzado que nos ponemos nos da la falsa creencia de ser la personalidad que lo ha moldeado y domado.

        Es un arma de doble filo, porque una de las consecuencias que tiene trabajar con las herramientas del ego es que nos identificamos con nuestros yoes, sin darnos cuenta que precisamente esa identificación está impidiendo encontrar lo que buscamos…. porque no se puede trascender la mente utilizando la mente. Y a lo que somos no se puede llegar desde la mente.

       Y así, en múltiples ocasiones nos sentimos heridos, sentimos dolor cuando lo que en todo caso ha sido dañado no es más que algo tan irreal como una imagen que hemos construido de nosotros mismos. No es lo que somos, no es lo que estamos buscando. Porque lo que somos es indestructible. Y para encontrarlo no necesitamos llevar ningún calzado, no necesitamos buscar, porque ya lo somos, está dentro de nosotros.

 

LA PEOR DE LAS DICTADURAS

Abrumado por el peso de la mente             Aquella en la que te engañan con la falsa ilusión de la libertad, de que eliges lo que quieres, de que así aprendes el respeto a las mayorías…. Pero es en el fondo aquella que te acalla, que te distrae del camino para impedirte manifestar lo que debe ser manifestado. Porque el poder sigue estando en nosotros y sólo hay una forma de arrebatárnoslo, haciéndonos creer que no lo tenemos, haciéndonos creer que necesitamos ser salvados y protegidos.

Vivimos en los tiempos del miedo, miedo de los unos no vaya a ser que  el pueblo exprese y se materialicen realidades que mermen cotas de poder robado. Miedo de los otros, no vaya a ser que con lo “dura que está la supervicencia” si hablamos mas de la cuenta terminamos engrosando esas listas del paro o lo que es peor, pasando a tener expedientes negativos en vaya a saber usted que extraña Dependencia.

Aunque ya mayor, soy lo suficientemente joven (…y no me refiero a la edad de mi corazón, que por supuesto lo es) como para no haber vivido apenas esa dictadura que durante tantos años paralizo de miedo a mis padres y familiares…. pero cada día que pasa la parálisis que veo sigue creciendo y el miedo incrementándose. Y ahora es peor que antes porque ahora es   parálisis consentida y miedo que viste una falsa sensación de libertad maquillada de falsa idea de responsabilidad.

La peor de las dictaduras, aquella en la que te hacen creer que tu libertad depende del sistema. Nadie puede robarnos nuestra esencia y nuestra esencia es creadora, tenemos el derecho a manifestar y el poder de hacerlo cuando nos rige el corazón, cuando vivimos en AMOR:  Porque ellos saben el valor que tiene la palabra y nos lo quieren robar.

«Cuida tus pensamientos porque se volverán palabras; 

cuida tus palabras porque se volverán acciones;

cuida tus acciones porque se volverán hábitos;

cuida tus hábitos porque se convertirán en carácter;

cuida tu carácter porque se convertirá en tu destino.

Así pensamos, así devenimos”

Mahatma Gandhi.

Mahatma Gandhi