Una pequeña brizna

 

equilibrio 2

Entro en ese pequeño espacio, ése que a nadie pertenece, ni tan siquiera a mi aunque es mío, aunque soy yo. A nadie pertenece porque pertenecer es algo de la materia y ese espacio no es de la materia. Es solo espacio, un espacio inmenso e inconmensurable, lleno de vacío y vacío de todo. Ese espacio en donde permanecer se convierte en ser y ser se convierte en paz.

Y aunque nada se detiene y el flujo es permanente, es estando ahí que todo está parado. Tal vez porque la consciencia que lo abarca, lo abraza transformándolo en si misma, tal vez porque la consciencia que lo abarca no es otra  que el vacío que todo llena. Y es esa consciencia que le da validez a todo impregnando de paz, plenitud y belleza cada átomo que ahí existe. 

Y si no hay movimiento aunque nada está parado, tampoco hay tiempo aunque el instante es infinito, y no importa si en el tiempo de aquí ha sido un segundo porque en el de allí lo mismo son horas que  instantes, porque la eternidad existe en ese preciso instante. Y cada instante  preñado de todo lo que puede ser, conviviendo ayer hoy y mañana.

Y ahí, nada está bien ni mal, porque lo que está bien lo está porque algo que está mal le concede la existencia, de la misma manera que lo que está mal existe porque hay algo diferente que está bien. No, en ese pequeño espacio nada es bueno, nada en malo, simplemente es y como ese pequeño espacio soy yo, nada hay bueno o malo en mí, solamente soy, completa, perfecta.

No podría decir que en esa plenitud encuentro mi refugio, pues sería proclamar que tengo que ir ahí para encontrarme … y es justo al revés porque ahora sé que lo que soy es la plenitud y que al contrario, pues vengo aquí para fragmentarme y  experimentar la densidad de una vida que  aunque también perfecta pues contiene los fragmentos de la totalidad, me hace a veces sentir incompleta. Ahora ya se lo que soy como sé también el juego que represento, aunque a veces se me olvida.

Gracias.