
Tomar la decisión de vivir la vida con consciencia tiene consecuencias que no necesariamente van a hacer de tu camino un camino mas tranquilo pero sin duda, van a hacer de él un camino cargado de paz.
Cómo vivimos la vida con consciencia? El primer paso nace de la observación sin juicio que nos permite estar atentos a todo aquello que acontece en nuestro día. Y resulta curioso que al hacerlo, dejando a un lado el juicio, pero poniendo toda la atención poco a poco empezamos a ser menos marionetas de eso que algunos llaman destino y nos convierten en cómplices con la vida.
Y a mí me gusta sentirme cómplice de la vida porque es entonces cuando me doy cuenta de todo lo que pasa y entiendo que no es a mi quien le pasa, sino que simplemente pasa y yo lo experimento y aprendo… sobretodo cuando no me identifico con el yo que experimenta.
Me gusta sentirme cómplice con la vida porque es entonces que respeto lo que ocurre y lo siento como sagrado…
Me gusta sentirme cómplice con la vida porque entonces valoro lo que siento, no como una emoción descontrolada que mi mente agranda y me transporta sino como la consecuencia de una experiencia anclada a la densidad de la materia.
¡Qué bonita que es la vida cómplice de mi existencia, que me permite sentir tanto, y amar tanto y aprender tanto… !La vida siempre dispuesta a enseñarme, siempre dispuesta a entregarse, porque al cabo ¿cómo no va a ser la vida cómplice de mi existencia si yo soy una con la vida y con la existencia?
Y cuando soy cómplice con la vida, que no es otra cosa que ser cómplice con mi esencia, tomo decisiones que tal vez no me reporten la satisfacción inmediata, sino al contrario, pero que me hacen respetarme como lo que soy, lo más bello jamás creado y que me hacen sentirme digna y reconocida ante mi mirada. Esa mirada que tan capaz es de llenarme de amor como lo es de convertir mi vida en una miseria.
Por eso es que hoy doy las gracias a la vida, las gracias a la existencia y las gracias a mi.