Dejo de verme para verte

buda

Hoy leia a un viejo maestro  escribir que en el idioma mapuche «amor» se dice «aywon»: Dejo de verme, para verte.

 Hace algún tiempo decidí, decidí dejar de verme para verte, decidí quitar de mis ojos las lentes de la ignorancia, ésa que me impedía conocer la realidad como es, que me impedía verte como tú,  que me impedía por tanto amarte…   porque hasta ese momento era a mí a quien veía cuando te miraba y el mundo una mera proyección de  los miedos que me limitaban, de todas las carencias que creía tener, de los sufrimientos que albergaba y de los deseos que me esclavizaban…. Y tú, sólo la imagen reflejada de lo que albergaba mi interior, lo que no me agradaba de ti era porque no me agradaba en mi, lo que me gustaba en ti era porque en mi también me gustaba… ¡qué perfecta ley del espejo!

 ¿Cómo iba a amarte entonces si no te estaba viendo?

Hace algún tiempo decidí, y decidí quitar de mis ojos las lentes, tomar mi interior, mirarlo, mirarlo y seguir mirándolo hasta que todo el bullicio pasó, esperando paciente, día tras día mientras el ruido callaba y las aguas, reflejo de tanta emoción desbordada comenzaron a reposar… y entonces sólo entonces, en el reflejo de ese mar inmenso ya no se proyectaban imágenes externas creadas por la mente compañera sino que comenzaba a proyectarse la luz mas bella jamás creada, la luz de mi ser.

Y entonces te miré, y entonces te ví a ti en lugar de a mí, y entonces es que te amé. 

El campo que me acompaña

 

Los miedos, las sombras, los demonios internos,  emociones todas que tratan de sumergirme de vez en cuando en una vorágine de vida que no es la que yo he elegido… pero no son ellas las  que deben preocuparme. Ellas, compañeras que aparecen y seguirán haciéndolo, aparecen… y desaparecen si yo permito que lo hagan. Está en mí… esclava de la mente o aliada de mi Ser!

Y es que con tanta frecuencia, equivocadamente, creemos que nuestro trabajo interior corre de la mano, proporcional,  con la desaparición paulatina de todos esos obstáculos que cada día nos plantan…. Y como no es así  la frustración que nos embarga es enorme cuando nos damos cuenta que siguen apareciendo, que con más o menos frecuencia siguen ahí, recordándonos que somos de carne y hueso, recordándonos que tenemos una mente que nos domina. Y con demasiada frecuencia esa frustración nos hace sentir…¿pero todavía aquí?¿tanto tiempo trabajándome para seguir estando aquí?  Y entonces nos juzgamos, nos culpamos  y  minorizamos, cuando no nos sentimos víctimas. Farsas de control de un ego que quiere mantenerse.

Pero hay un momento en que te das cuenta que esos miedos, sombras y demonios tienen que seguir apareciendo y que tu trabajo interior no consiste en taparlos, no consiste en acallarlos, no consiste si quiera en impedir que aparezcan… no, tu trabajo interior consiste en estar ahí, presente, cuando aparecen. En observar y escuchar tu cuerpo cuando lo hacen, en permitir experimentar la emoción primaria que surge sin dejarte arrastrar por esa mente que te subyuga, sin identificarte.

Cada emoción que aparece desencadena en ti una reacción cuyo resultado final va a depender en gran medida de tu capacidad de observación y de  enfoque, de tu voluntad y de tu constancia. Y aunque las diferencias a veces parezcan sutiles, nada es sutil en ese campo  que nuestra mente de mono no llega a captar, pero que es el realmente importante, ese campo en el que se libran las batallas que te acercan a la consciencia de tu ser o te mantienen esclavo de tu consciencia artificial. 

 Parece sencillo y en verdad es que lo es… porque basta con observar, no hay que hacer otra cosa, observar y permitir, pero nos cuesta tanto!!! Porque para observar hay que tener un gran entrenamiento, estar pendiente de tu cuerpo las 24 horas del día, ver donde aparece cada pequeña reacción que surge en ti cuando aparece ante tus ojos el contorno de una flor, cuando aparece ante tu nariz el aroma de una rosa o cuando un buen amigo  te saluda por la mañana. Todas esas percepciones despiertan en ti pequeñas emociones que aparecen en tu cuerpo… pero no estamos acostumbrados a prestarlas atención. De la misma manera que tampoco lo hacemos cuando situaciones más intensas aparecen en nuestro día. Tampoco entonces nos damos cuenta y si no lo hacemos pasan a ser procesadas entonces en la mente … y ahí, tu esclavitud cedida!!!  

Siempre se ha dicho que nadie sabe lo que se cuece en la piel del otro…   verdad que opera también para esas personas que creemos mas trabajadas, ésas que igual consideras tus maestr@s. Tod@s inmersos en nuestro propio camino, enfrentando nuestros obstáculos, ganando batallas unos días, perdiéndolas otros… pero siempre fieles a nuestra esencia, ésa que un día nos nombró y que desde entonces ya nada volvió a ser como era.

Disfruta del camino, ahí es donde está la felicidad… en el camino que recorres cuando tú llevas tus riendas, ganando, perdiendo….VIVIENDO!!! 

Maleable por fuera, impasible por dentro, SOY.

soy

Asomada a la ventana, el sol poniente como único testigo de una nueva reinvención que es  la tónica de mi día,  una reinvención que me hace hoy  diferente a lo que fui ayer porque así es como ocurre desde hace tiempo. Entrenando cada día para ser un poco más consciente,  un poco menos mente y más yo … entrenando cada día para reconocer el ego que porto y con el que me relaciono, cada día que nace  una nueva yo que surge como surge el día  maleable como el devenir de cada situación… y como no me pregunto qué va a pasar hoy, cada día me reinvento con la vida que surge al amanecer.

Pareciera que donde antaño por fuera todo era estable y montaña rusa por dentro,  hoy  se transforma y con cada segundo distinto al anterior, pleno de emociones que surgen y se apagan, cada vez  más capaz de observar, testigo de cómo la vida cambia y me cambia por fuera porque así lo permito, mientras por dentro va arraigando una estabilidad desconocida.

Porque he experimentado que lo que  soy lo soy por encima de todo, no depende del amor prestado que antaño tanto busqué, no depende del amor entregado que antaño tanto me ocupó ,  ni  de la aprobación ajena que tanto me perturbó , no  de falsas imágenes creadas, creadas por mí por no hacer el trabajo de encontrarme, lo que soy no depende si quiera de mí.

Lo que yo soy, lo soy sin más y se manifiesta como amor o no se manifiesta… ¿de qué preocuparme entonces? ¿Por qué no permitir que todo se transforme y yo con todo, permaneciendo impasible por dentro? Y así, allí donde surge la vida el corazón se llena y el amor rebosa… y cuando el amor prestado se esfuma, el entregado es rechazado, la aprobación no es obtenida ni la imagen defendida entonces surge la emoción que me recuerda que tengo un cuerpo denso en esta realidad pero que dentro, muy dentro soy puro gozo y puro amor. Y gozo y amor es lo que manifiesto por cada poro de mí.

 

Transitando el camino

el faro

Transito el camino sin plantearme ya  qué debe haber en él. Quimeras de una mente que tanto me ha hecho sufrir! Bienvenido lo que viene, bienvenido lo que me enseña y lo que de mi se lleva. Bienvenido lo que me deja. Aprendizajes sagrados que me llenan de Dios en cada inspiración y  manifiestan la vida en cada espiración.

Transito el camino con rumbo fijo en el horizonte… la luz de mi alma como faro y en la memoria un futuro que viene preñando cada instante de presente.  Discípula eterna de un Universo que en cada piedra me enseña a confiar en mí y a saber que ese futuro que existe y ya pasó me requiere confiada, alegre, sintiente, combativa y decidida.

Transito el camino llenando el corazón a cada paso, vaciando el espacio de la mente mientras comulgo con la vida. Comulgo con la vida incorporando a mi consciencia el alma de las cosas, creciendo de ese modo cada día. Creciendo en amor. 

Transito el camino, llena de amor y vacia de existencia y como alguien me dijo en una ocasión, vacia está mi casa con las puertas abiertas, pero  con la luz encendida en su interior.

Transito el camino y doy las gracias por ello cada día!