Los miedos, las sombras, los demonios internos, emociones todas que tratan de sumergirme de vez en cuando en una vorágine de vida que no es la que yo he elegido… pero no son ellas las que deben preocuparme. Ellas, compañeras que aparecen y seguirán haciéndolo, aparecen… y desaparecen si yo permito que lo hagan. Está en mí… esclava de la mente o aliada de mi Ser!
Y es que con tanta frecuencia, equivocadamente, creemos que nuestro trabajo interior corre de la mano, proporcional, con la desaparición paulatina de todos esos obstáculos que cada día nos plantan…. Y como no es así la frustración que nos embarga es enorme cuando nos damos cuenta que siguen apareciendo, que con más o menos frecuencia siguen ahí, recordándonos que somos de carne y hueso, recordándonos que tenemos una mente que nos domina. Y con demasiada frecuencia esa frustración nos hace sentir…¿pero todavía aquí?¿tanto tiempo trabajándome para seguir estando aquí? Y entonces nos juzgamos, nos culpamos y minorizamos, cuando no nos sentimos víctimas. Farsas de control de un ego que quiere mantenerse.
Pero hay un momento en que te das cuenta que esos miedos, sombras y demonios tienen que seguir apareciendo y que tu trabajo interior no consiste en taparlos, no consiste en acallarlos, no consiste si quiera en impedir que aparezcan… no, tu trabajo interior consiste en estar ahí, presente, cuando aparecen. En observar y escuchar tu cuerpo cuando lo hacen, en permitir experimentar la emoción primaria que surge sin dejarte arrastrar por esa mente que te subyuga, sin identificarte.
Cada emoción que aparece desencadena en ti una reacción cuyo resultado final va a depender en gran medida de tu capacidad de observación y de enfoque, de tu voluntad y de tu constancia. Y aunque las diferencias a veces parezcan sutiles, nada es sutil en ese campo que nuestra mente de mono no llega a captar, pero que es el realmente importante, ese campo en el que se libran las batallas que te acercan a la consciencia de tu ser o te mantienen esclavo de tu consciencia artificial.
Parece sencillo y en verdad es que lo es… porque basta con observar, no hay que hacer otra cosa, observar y permitir, pero nos cuesta tanto!!! Porque para observar hay que tener un gran entrenamiento, estar pendiente de tu cuerpo las 24 horas del día, ver donde aparece cada pequeña reacción que surge en ti cuando aparece ante tus ojos el contorno de una flor, cuando aparece ante tu nariz el aroma de una rosa o cuando un buen amigo te saluda por la mañana. Todas esas percepciones despiertan en ti pequeñas emociones que aparecen en tu cuerpo… pero no estamos acostumbrados a prestarlas atención. De la misma manera que tampoco lo hacemos cuando situaciones más intensas aparecen en nuestro día. Tampoco entonces nos damos cuenta y si no lo hacemos pasan a ser procesadas entonces en la mente … y ahí, tu esclavitud cedida!!!
Siempre se ha dicho que nadie sabe lo que se cuece en la piel del otro… verdad que opera también para esas personas que creemos mas trabajadas, ésas que igual consideras tus maestr@s. Tod@s inmersos en nuestro propio camino, enfrentando nuestros obstáculos, ganando batallas unos días, perdiéndolas otros… pero siempre fieles a nuestra esencia, ésa que un día nos nombró y que desde entonces ya nada volvió a ser como era.
Disfruta del camino, ahí es donde está la felicidad… en el camino que recorres cuando tú llevas tus riendas, ganando, perdiendo….VIVIENDO!!!