Siempre lo has escuchado, siempre te han dicho que no has de negar tus emociones sino abrazarlas, vivirlas, aceptarlas y observarlas y que de esa forma ocurrirá la sanación. ¿Pero, por qué se curan las heridas de una forma tan pasiva, sin hacer aparentemente nada mas que eso?
Simplemente porque no es cierto que no hagas nada. El primer paso es tener el coraje y tomar la determinación de observarte a ti mismo. Y digo coraje y determinación porque hacen falta buena dosis de ambas para llegar a buen puerto.
Coraje porque hay que estar realmente decidido a enfrentarte a lo que sea que surja en tu interior, a lo que sea que emane y aparezca. Cuántos de nosotros en un momento determinado hemos decidido que preferíamos cerrar los ojos, por si lo que veíamos no nos gustaba o no sabíamos manejarlo. Pero es que cuando tienes el coraje de hacerlo, ese coraje ha de ir necesariamente acompañado del convencimiento interior de que sea lo que sea que surja, no eres tú sino algo que se está manifestando en tí enviándote un mensaje, pero no eres tú, lo que tú eres no reside ahí. Pero hace falta tener el coraje para enfrentarlo y aceptarlo. Y, como decía al principio, además, abrazarlo.
Y luego hay que tener mucha determinación, porque os aseguro que no es fácil. Estamos tan acostumbrados a ser las marionetas de nuestra mente, que sin darnos cuenta nuestros pensamientos van saltando de un sitio a otro alejándonos de lo
que estamos haciendo en el ahora. Hace falta mucha constancia y voluntad para mantener la mente en el momento presente y simplemente observarte.
Bien, pues cuando tomas el coraje y la determinación real de observarte por dentro, de observar qué es lo que ocurre dentro de ti cada vez que se abre una flor, cada vez que alguien te sonríe, cada vez que estás en un atasco, entender que se enciende en tu interior para hacerte reaccionar ante la acción de alguien, de observar qué es lo que genera dolor en la boca del estómago o por qué nuestro corazón empieza a palpitar al escuchar una palabra en concreto dicha en un momento y no en otro y pronunciada por una persona y no por otra …. Cuando haces eso, se va produciendo poco a poco una transformación… y un día ocurre el milagro.
Ese día en que súbitamente, como ocurren las cosas verdaderas, un flashazo te hace entender y aceptar cuál es el origen de aquello que tanto dolor te causa. Y al entenderlo, al hacerlo consciente se empieza a desarrollar dentro de ti una amplitud en la que se libera aquello que estaba tapado por tu mente hasta ese momento, una relajación y una serenidad que hace que la herida, si la había, empiece a curarse a de verdad. Y sólo podría definir esa amplitud como paz interior.
Es en ese preciso momento en el que eres capaz, como hacemos las madres, de transmutar la energía del dolor en energía de AMOR. Es en ese preciso momento en el que entiendes que nada es importante, que nada ocurre fuera, que todo está dentro de ti… y es desde dentro de ti desde donde se produce la magia, porque tienes en tu interior la capacidad para ser un verdadero alquimista que transmute todo aquello que llegue en lo que quieras transmutarlo, está en tí decidir si quieres transformarlo en AMOR, AMOR A LA VIDA, AMOR AL PRÓJIMO, AMOR A TI, y está también en ti si prefieres dejar que se estanque dentro y termine generando odio, miedo, ira, etc hacia el mundo y hacia ti.
Sí, la curación ocurre cuando tienes el coraje y la determinación de observarte.