Cuando algo zarandea tu día y te hace empezar a recorrer un camino interior lo haces buscando encontrar lo que eres. Con suerte en el camino aprendes que lo que en verdad eres está oculto por lo que crees ser, debajo de lo que manifiestas a través de todos los yoes que conforman tu “personalidad”.
Suele ocurrir que para recorrer ese camino que nos va a llevar a descubrir nuestra esencia y manifestar nuestro Ser, calzamos lo único que tenemos a mano, esos zapatos que utilizamos día tras día, sucios de nuestras miserias, deformados por el andar, adaptados a lo que nos trae la vida, moldeados para adaptarnos a lo de fuera. Y aquí surge un problema. El calzado que nos ponemos nos da la falsa creencia de ser la personalidad que lo ha moldeado y domado.
Es un arma de doble filo, porque una de las consecuencias que tiene trabajar con las herramientas del ego es que nos identificamos con nuestros yoes, sin darnos cuenta que precisamente esa identificación está impidiendo encontrar lo que buscamos…. porque no se puede trascender la mente utilizando la mente. Y a lo que somos no se puede llegar desde la mente.
Y así, en múltiples ocasiones nos sentimos heridos, sentimos dolor cuando lo que en todo caso ha sido dañado no es más que algo tan irreal como una imagen que hemos construido de nosotros mismos. No es lo que somos, no es lo que estamos buscando. Porque lo que somos es indestructible. Y para encontrarlo no necesitamos llevar ningún calzado, no necesitamos buscar, porque ya lo somos, está dentro de nosotros.
en el corazón :)))
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Ahí es donde está, siempre ha estado ahí esperando que nos fundamos en él! ❤
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