Aceptar no es resignarse

 

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Resignarse no es aceptar. Ayer me decía un amigo, cuando aceptas te resignas. Pero hay otra certeza en mi corazón.

Resignarse es darse por vencido, resignarse es adoptar el rol pasivo de esperar sentado lo  que  la vida quiera traer, muriendo de a poco en cada esquina e hilando en cada una las mil capas de un disfraz que asfixia y entierra lo que soy, marchitando la sonrisa y enfriando el corazón.

Aceptar es otra cosa. Aceptar es colocar al Universo como guía aliándome con él para experimentar lo que sea que me ponga por delante, sumergiéndome hasta dentro en cada ola, adaptando mis ojos al fondo aunque sea fango lo que haya, observando lo que hay, amando lo que hay, porque incluso en el fango habitan los peces mas hermosos, viviendo sin rechazar, sintiendo lo que muevo, y aprendiendo cómo el devenir por la vida va modelando el disfraz que me cubre para así, de poco en  poco (o a veces de mucho en mucho, quien sabe, pero entonces mueves mas), conseguir unificar en una sola equipación el ropaje que viste al Ser que ya soy.

Y entonces la sonrisa dibujada en el corazón preña de flores el horizonte, porque las equivocaciones dejan de ser errores por los que castigarse, para ser acciones de las que aprender. Y lo aprendido siempre te colma porque nada es como ayer, nada es como mañana. Y cada instante está lleno de mil millones de motivos únicos para agradecer.

Por eso hoy doy las gracias. Doy las gracias porque he vivido, me he equivocado, he aprendido, he sonreído, he llorado.. y sobre todo, doy las gracias porque hoy he amado y me he amado.

Batiendo las alas

 

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A solas contigo, sentado frente a ti comienzas a sentir que, aunque tiznadas de negro, las alas son alas.

Y sus heridas de guerra expresan lo que en algún momento decidiste experimentar para crecer. Y esas heridas no restan sino suman cuando aprendes que crecer no es convertirse en mas, crecer es amar.

Y solo cuando amas, tu corazón entiende que no eres el tizón que cubre las alas, sino el ala que bate y se eleva, que surca los cielos, que protege y cobija.

Y así termina la vergüenza y con la sonrisa en los labios y el corazón henchido, te conviertes en herramienta al servicio de tu ser.

La belleza

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Tener la posibilidad de detener el tiempo, de parar de ver y sentir. Cuál es la razón que encierra tu corazón;  la belleza no puede ser nublada por delirios de una mente consciente en el exterior, la belleza surge en el interior y toma consciencia en si misma porque te pertenece a ti, solo a ti.

Permitela surgir, disfruta con ella y se.