A solas contigo, sentado frente a ti comienzas a sentir que, aunque tiznadas de negro, las alas son alas.
Y sus heridas de guerra expresan lo que en algún momento decidiste experimentar para crecer. Y esas heridas no restan sino suman cuando aprendes que crecer no es convertirse en mas, crecer es amar.
Y solo cuando amas, tu corazón entiende que no eres el tizón que cubre las alas, sino el ala que bate y se eleva, que surca los cielos, que protege y cobija.
Y así termina la vergüenza y con la sonrisa en los labios y el corazón henchido, te conviertes en herramienta al servicio de tu ser.