Cada acto que llevamos a cabo, por muy pequeño que sea conlleva un gasto de energía. El objetivo final que perseguimos al realizarlo, caso de que siquiera nos lo hayamos planteado siempre es muy diverso pero inmersos como estamos en nuestra propia inconsciencia, nunca va encaminado a favorecer el crecimiento interior, el encuentro de nuestra esencia.
Con mucha más frecuencia el objetivo consciente o inconsciente de esa acción está relacionado con la búsqueda externa de aprobación y con sentirnos amados y aceptados. ¿La razón? En el fondo muy sencilla, la falta de aceptación propia, la búsqueda fuera de aquello que tenemos dentro pero que escondido, tapado por múltiples capas de disfraces, etiquetas que como un círculo recurrente van formándose a medida que más buscamos fuera lo que está dentro, se encuentra esperando simplemente que nos sentemos y sintamos.
Todas esas acciones que realizamos y cuyo gasto de energía no se enfoca en el propio crecimiento interior que nos llevará a encontrar nuestro Ser en medio de tanto disfraz suponen necesariamente un derroche de una energía que no nos sobra y que por aquello de la ley de la conservación, ese derroche se verá compensado incrementando aún más el faltante que ya de por sí creemos tener.
Por tanto, cuida que cada acción que realices incluso y muy importante también en pensamiento, vaya enfocada a tu crecimiento interior. De este modo el faltante se irá llenando y te acercarás cada vez más a eso que somos todos y cada uno de nosotros y que reposa en tu interior.